LA CONTEMPLACIÓN
El verbo se ha clausurado,
el silencio se hace salmodia
y el trino de los vencejos,
interrumpe la madrugada.
Resaca de noches engolfadas
con las mieles del amado,
droga cotidiana de eunucos,
del infierno escapados...
¡Qué días preñados
de sol y luna!.
¡De muerte y vida,
embriaguez y locura!.
¡Qué noches aladas,
colmadas de angélicos aquelarres!
Fiestas vividas en íntimas estancias,
llenas de inconfesables placeres,
sufriendo en las almas,
las divinas ausencias.
Bendita incomunicación,
pórtico y flagelo de mi vida,
lecho mortuorio de mis sentidos.
No me pidas regresar
de esta locura...
Antes de nacer o antes de morir,
me atrapó.
En un principio o al final.
Siempre o nunca.
¡Déjame que me abandone
en mi afán!
Hora tras hora,
salmo a salmo.
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